Naturaleza, Amores Dispares

En pleno siglo XXI nos encontramos con dos principales ideas en lo que se refiere a las palabras “caza” y “cazador”. Para muchos estas dos palabras son insignificantes cuanto más molestas o incluso deberían desaparecer, pero para los que tenemos una relación directa con ellas son dos palabras a las que honrar cada día del año. Hablar de esto sin crear polémica es como remover un vaso con agua y aceite con la intención de obtener una única mezcla totalmente homogénea. Pero tengamos en cuenta que si la selección natural, como bien explicó Darwin en su tiempo, ha querido que estas palabras se mantengan, es que algo bueno tendrán.
Dicho esto invito a recordar que los primeros terrenos en los que se establecieron leyes de conservación de la flora y fauna eran terrenos cinegéticos pertenecientes a reyes o personas vinculadas con la realeza, siendo estos grandes aficionados a la caza que dieron ejemplo de cómo es el cazador uno de los principales preocupados, por no decir el principal, por el mantenimiento del medio donde se lleva a cabo su actividad.
Al igual que hay dos ideas de caza podemos apreciar dos maneras de cuidar la naturaleza. En ambas valoraremos y atenderemos al correcto mantenimiento de ella, pero a donde quiero llegar es que aunque deseemos cuidar y mantener lo mismo siempre dolerá más a quien sabe de todo el esfuerzo que ha habido detrás para tenerlo.
Por eso bajo mi punto de vista el cazador lucha, quiere y respeta el monte y a toda la flora y fauna que en él se encuentra, velando por un equilibrio adecuado y el correcto desarrollo de todas las especies que en él conviven. Como dijo un sabio, “el campo es una hucha y debemos acordarnos de meter una monedita de vez en cuando al igual que nos gusta sacarla”.
Con esto me adelanto a decir que quizás seamos los cazadores los que más saquemos de la hucha, siempre y cuando dejemos a un lado el Sistema Agrario tan devastador que existe en la actualidad responsable de animales envenenados por la ingesta de semillas tratadas, desplazados por el modelo y técnicas de labranza y los numerosos animales muertos y nidos con puestas destruidos por las maquinarias  empleadas, si nos referimos a animales cazados. Pero no hay que olvidar las duras labores de gestión y el tiempo invertido que la Caza desempeña diariamente en la fauna silvestre con toda la ilusión y el cariño para que el campo luzca como se merece: repleto de luz, colores y vida siendo lugar digno de admirar y compartir junto a nuestros compañeros, familia o amigos (Cazadores o no), en un bonito día de caza cuidando y valorando los frutos de ese trabajo con la intención de poder alcanzar el clímax, siendo un eslabón más en el entorno.
Esto no quiere decir que los que estén en contra de la caza no quieran conservar el medio ambiente con todo lo que ello incluye, solo que, como bien dice el título, son amores dispares. Unos luchan por ella, por la naturaleza y otros simplemente la miran.

Por Antonio Castan
Directivo de Jóvenes Cazadores Andaluces